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Servir a Cristo Sacerdote en sus sacerdotes

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  • El carisma del Instituto de SGCS es un don extraordinario que el Espíritu Santo ha concedido a su Iglesia para su edificación, los contenidos esenciales y permanentes de la experiencia de nuestra madre fundadora y las diferentes modalidades de adaptación y de enriquecimiento de su experiencia, poco a poco numerosos discípulos la hemos compartido, perfeccionado y trasmitido a través de los caminos de la historia.
    Ese don especial que el Señor había concedido a la madre Chuy, su capacidad de conectarse espiritualmente con los sacerdotes, de hacer brotar en ellos el sentido más profundo de su vocación, de ser como una fuente de agua viva que regase el suelo de sus vocaciones ya áridas por culpa del pecado, de la debilidad o de la enfermedad, es una prueba de la atención de la Divina Providencia para con ellos.
    Su carisma personal, pronto se reveló como una inspiración para que las SGCS lo acogiéramos, lo profundizáramos y lo desarrolláramos con el específico deseo de «vivir de manera más íntima para Cristo y para su cuerpo Sacerdotal, la Iglesia»[1], y de esta forma contribuir a la misión redentora de Cristo Sacerdote[2].

    Estos principios toman vida en una misión que consiste en trabajar sirviendo a Cristo Sacerdote «en el sacerdote anciano, en el enfermo, en el que necesita ayuda tanto en su persona como en sus responsabilidades pastorales»[3]. Pero, sin limitar este servicio apostólico a una realidad añadida a la vida; sino que ocupe la totalidad del espacio, empeñando todas las fuerzas, siendo la dimensión esencial y permanente sin la cual nuestra vida no tendría sentido.

    Esta actividad externa constituye la ineludible expresión y el elemento característico de nuestra específica consagración[4], que se expresa en una entrega total al servicio requerido por medio de una consagración que lo innova y promueve.

    El modo determinado y práctico para vivir esta consagración se ha adaptado a los retos que la historia misma del Instituto ha hecho surgir a lo largo de los años[5], teniendo este espíritu de total disponibilidad a formas diferentes e innovadoras de servicio a los sacerdotes; concretizando la misión fundando, dirigiendo y administrando casas para sacerdotes ancianos y enfermos; ofreciéndoles oportunidad de retiros, convivencias y descanso[6].

    Sin olvidarnos de los sacerdotes que todavía ejercen su ministerio de forma más activa y que necesitan de nuestros servicios, las Constituciones contemplan la posibilidad de dirigir y administrar centros sacerdotales de índole pastoral, cultural, espiritual o de esparcimiento, organizando servicios de ayuda al sacerdote en sus responsabilidades pastorales especialmente en las parroquias más pobres y necesitadas, de manera particular en el campo de la evangelización, catequesis de adultos, liturgia, música sagrada, misiones parroquiales y apostolados semejantes[7].


    [1] Const. SGCS. Opus cit., n. 7.
    [2] Cf., PC, 5.
    [3] Const. SGCS. Opus cit., n. 7.
    [4] Pigna A., (2002). La vita Consacrata. Trattato di Teología e spiritualità, Roma: OCD, 378.
    [5] Como lo hemos especificado en el cuarto apartado del capítulo anterior.
    [6] Cf. Const. SGCS. Opus cit., n. 7.
    [7] Cf. Idem.

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