Todo por ti Jesús mío, el padecer, el morir, el descansar y el amar

Espíritu propio

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  • Para cumplir efectivamente esta misión, implica el empeño ardoroso de cada hermana, conformando el ánimo según el modelo de Cristo[1] en su entrega sacerdotal, penetrada de «un espíritu de servicio, oblación y sacrificio»[2]. Elementos que sólo se pueden entender en la lógica misma de la consagración. Queriendo seguir muy de cerca a Cristo Sacerdote, tratando de asemejarnos a Él en la caridad[3], con el anhelo de colaborar en su plan misericordioso por el cual Él se consagró a sí mismo para la obra de santificación[4].

    Un elemento esencial en las SGCS, es trabajar unidas al corazón sacerdotal de Cristo, y ofrecerle la oración, el sacrificio y la penitencia, con el único deseo de agradar al Padre y santificarnos teniendo presentes los límites de los sacerdotes.

    Con un espíritu de servicio, a ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir, las SGCS[5] nos ocupamos del sacerdote anciano, del enfermo, del que necesita ayuda, no sólo como una mera acción filantrópica sino viendo en ellos a los Cristos de la tierra[6], a ejemplo de nuestra madre Chuy, con el firme deseo de ayudarles a llevar a la plenitud su entrega sacerdotal, con respeto, amor y sacrificio[7].

    Para que la misión no se transforme en una ayuda meramente profesional o asistencial, es necesario que el servicio se configure con la oblación del servicio de Cristo, centrando nuestra piedad en el misterio Eucarístico[8]. Por esta razón, la participación diaria a la Santa Misa, que actualiza eficazmente el Misterio Pascual Redentor[9], y la oración ante el sagrario, que prolonga el recuerdo de su entrega sacrifical[10], dan sentido a nuestra vida y actividades, enriqueciéndonos de fuerza interior para renovar diariamente nuestra oblación «por Cristo, con Él y en Él, para gloria del Padre, en el amor del Espíritu difundido en nuestros corazones»[11].

    A este enfoque Eucarístico no puede faltar una dimensión mariana. Un lugar irrenunciable en la espiritualidad de las SGCS, ocupa la Santísima Virgen[12], indicándonos que, en cuanto Guadalupanas, queremos imitar a tan buena Madre en su vida interior, en su amor a Cristo y en su preocupación de colaborar en la obra de redención, por su fidelidad a la voluntad del Padre[13], aceptó ponerse al servicio del diseño divino con el don total de sí[14].

    La figura de María, cuya vocación excepcional de Madre de Dios se ha desarrollado en la más singular simplicidad, en el plan de Dios la perfecta consagrada, aparece como una mujer exquisita «bendita entre las mujeres». Mujer que ha respondido en plenitud a su vocación y misión, invita a reflejarnos en ella, para ser estimuladas a vivir con ella los valores de su vocación específica.


    [1] Cf. ET, 12.
    [2] Const. SGCS. Opus cit., n. 9.
    [3] LG, 42.
    [4] Cf. Jn 17,79.
    [5] Cf. Mt. 20,28; Fil. 2,7.
    [6] Cf. Const. SGCS. Opus cit., n. 9.
    [7] Cf. Idem., n. 10, p.7.
    [8] ET, 47, 48.
    [9] SC, 10,17; PC 6.
    [10] PO, 5.
    [11] Rm 5,5; SC 6.
    [12] Cf. Const. SGCS. Opus cit., n. 13.
    [13] LG, 53.
    [14] VC, 18.

    1 comentarios:

    Nelson dijo...

    The blog is very good!
    Congratulations!
    http://nelsonsouzza.blogspot.com
    Saludos dos hermanos desde Rio de Janeiro/Brasil

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