Todo por ti Jesús mío, el padecer, el morir, el descansar y el amar

Finalidad espiritual

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  • La característica más importante de la vida consagrada es un especial seguimiento a Cristo[1]. Esa es su esencia. «El Hijo, camino que conduce al Padre, llama a todos los que el Padre le ha dado[2] a un seguimiento que orienta toda su existencia. Pero a algunos — precisamente las personas consagradas — pide un compromiso total, que comporta el abandono de todas las cosas[3] para vivir en intimidad con Él y seguirlo adonde vaya»[4], viviendo una especial consagración en pobreza, castidad y obediencia, imitándolo en la vida que Él escogió para sí como una vía privilegiada hacia la santidad[5].

    El Concilio Vaticano II en la Lumen gentium ha afirmado que la vocación a la santidad es para todos los cristianos[6]. Esta afirmación, que había sido olvidada, «se expresa multiformemente en aquellos que en su estilo de vida tienden a la perfección del amor con edificación de los demás»[7].

    Con todo, esa universalidad de la vocación no impide que algunos estén llamados de modo particular a un camino de perfección. De acuerdo con el relato de Mateo, Jesús dirige su llamada al joven rico con las palabras: «Si quieres ser perfecto…»[8]. Es esta la fuente evangélica del concepto de camino de perfección: el joven rico había preguntado a Jesús acerca de «lo que es bueno» y, como respuesta, había recibido la enumeración de los mandamientos. Sin embargo, en el momento de la llamada, es invitado a una perfección que va más allá de los mandamientos, que consiste en la renuncia de todo para seguir a Jesús. La perfección consiste en una entrega total y sin condiciones a Cristo. En este sentido, el camino de los consejos evangélicos es camino de perfección para los que hemos sido llamados a buscar su santificación dentro del marco de este estilo de vida.

    Del mismo modo, las SGCS por la profesión religiosa nos ofrecemos para entrar en una relación particular con Dios[9]. «Buscamos la perfección de la caridad»[10] con un constante y progresivo proceso de total adhesión a Él en el fiel cumplimiento de su voluntad en el estilo y con los medios propios a quien profesa los consejos evangélicos[11].

    Es decir, las SGCS «anhelamos consagrarnos totalmente a Dios, bajo el voto de obediencia, libres de preocupaciones terrenas para hacernos disponibles al servicio del amor Divino»[12]. Además, queremos «imitar más de cerca el género de vida virginal y pobre que Nuestro Señor Jesucristo escogió para sí, que abrazó su Madre, la Virgen, y que propuso a los discípulos que le seguían»[13].


    [1] VC, 18.
    [2] Cf. Jn 17,9.
    [3] Cf. Mt 19,27.
    [4] Cf. Ap 14,4.
    [5] Cf. VC, 93.
    [6] Cf. LG, 48.
    [7] LG, 39.
    [8] Cf. Mt 19,2-1.
    [9] Cf. LG, 44,1.
    [10] Const. SGCS. Opus cit., n. 6.
    [11] PC, 1.
    [12] Const. SGCS. Opus cit., n. 6.
    [13] Idem

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